22 07 2005
El día 21 de Julio Mónica tenía visita con el ginecólogo. Tras la visita (y las pruebas de rutina que le fueron realizadas) volvió a casa, dándose cuenta de que perdía líquido por el conducto vaginal. Tras un nuevo viaje al hospital se le diagnosticó una fisura en la bolsa del líquido amniótico. Duranto el tacto que confirmaba esta hipótesis la bolsa acabó por romperse. Como quiera que Mónica no tenía aún contracciones se decidió ingresarla y provocarle el parto. El color del líquido amniótico era oscuro, lo que indicaba algún tipo de problema.
Tras administrarle oxitocina por vía intravenosa a lo largo de horas, con la ayuda de un infusionador automático, comenzaron a producirse (tras algunas horas) contracciones cada vez más dolorosas y continuas. Cuando la dilatación del cuello del útero alcanzó unos 4 ó 5 centímetros se le administró una anestesia peridural (alrededor o por encima de la duramadre, comúnmente llamada epidural). Aunque Mónica conservaba la sensibilidad y la movilidad en la parte inferior del tronco y en las extremidades inferiores, los dolores se vieron altamente mitigados.
A eso de las 2215 el padre (yo mismo) era capaz de ver a través de la vagina la fontanela de nuestra hija Marta, durante los pujos que Mónica efectuaba en cada contracción. Estaba cubierta por el saco amniótico, y dejaba entrever una buena cantidad de cabello negro. Así supimos que Marta no iba a ser rubia como su madre, sino morena como su padre.
Alrededor de las 2230 la comadrona consultaba con su auxiliar si sería mejor ayudar a parir a Mónica en la sala de dilatación o en la sala de partos. Se optó por esta última opción.
Tras unos pocos pujos adicionales, a las 2238, nacía nuestra hija Marta. Nuestra alegría iba a durar poco, ya que no bien se hubo cortado el cordón umbilical, Marta fue llevada a una sala donde se le empezó a aspirar, pues se había constatado que había inhalado líquido amniótico, y como se había podido intuir por su color, este contenía impurezas.
Tras limpiar a nuestra hija, con la ayuda de un aspirador, a lo largo de interminables minutos (durante los cuales volvimos a la sala de dilatación) la pediatra de guardia puso a nuestra hija en la incubadora, aplicando oxígeno en esa micro atmósfera. Marta tenía dificultades para respirar, debido al líquido inhalado y a su calidad. La pediatra decidió darle dos horas como mucho para que se recuperara. En caso contrario la enviaría a un hospital con servicio de neonatología, como el Hospital de la Vall d'Hebron o el Hospital de Sant Joan de Déu.
Al cabo de esas dos eternas horas Marta fue traída a los brazos de su madre, mientras su padre informaba a la familia que se encontraba allí fuera esperando. Marta no era capaz de succionar del pecho de su madre.
Posteriormente madre e hija fueron trasladadas a una habitación en planta, la 110. Aquí tampoco fue Marta capaz de agarrarse al pecho de su madre. Sus padres pasaron la primera de lo que se intuía una larguísima serie de malas noches levantándose (o incorporándose, según la postura asumida) a cada llanto, tos o arcada de Marta. Aún así, Marta parecía evolucionar favorablemente.
Al día siguiente (el día en que escribo estas líneas, 20050722) se le practicó a Marta una serie de análisis que dieron como resultado que existía una infección, probablemente causada por el líquido amniótico inhalado, por lo que se decide su traslado al Hospital de Sant Joan de Déu.
Mónica se queda ingresada en el hospital donde dio a luz, el Hospital Residència Sant Camil, mientras que Marta es trasladada en ambulancia, y el padre y el abuelo materno de Marta viajan en coche al mismo destino que Marta.
Una vez allí, Marta es sometida a una radiografía de tórax, que revela líquido almacenado en los pulmones, así como una ecografía de cavum y otra de riñones. Se decide tenerla en observación en la sala de cuidados intensivos del servicio de neonatos, aplicándosele un mínimo de oxígeno para ayudarle a respirar. A las 1600 el padre y el abuelo materno tienen permiso para visitarla. Marta está muy cansada y dormita en su incubadora abierta, bajo una fuente de calor, agarrando con su mano derecha de larguísimas uñas los tubos que le proporcionan oxígeno, aunque incapaz de arrancarlos de sí, por encontrarse fijados a sus mofletes por una delgada tira de Hypafix (una especie de esparadrapo muy ancho) y retirando con su mano izquierda la sábana que la cubre (¿tendrá calor?).
A las 1800 los visitantes vuelven a visitar a Marta, y son informados de su estado. Definitivamente los análisis de sangre indican la presencia de una infección, por lo que se opta por administrarle un antibiótico. Se decide también practicarle una punción lumbar, para descartar que la infección haya podido trasladarse a otros lugares y causarle una meningitis. El líquido cefalorraquídeo extraído es de color claro, lo que proporciona buenas esperanzas, aunque un resultado en firme no será obtenido hasta aproximadamente las 0100 del 20050723.
A las 2200 del 20050722, una vez en casa habiéndome podido asear por primera vez en 36 horas, y mientras Mónica pasa la noche en el hospital, llamo a cuidados intensivos de neonatos del Hospital Sant Joan de Déu, donde me dicen que Marta está bien, muy tranquila, sin fiebre, y que incluso ha comido (¡por fin!), y que cuando vuelva traiga leche de su madre. Mónica lleva ya unas horas extrayendo el calostro que hay almacenado en sus pechos.
Lo que me pone los pelos de punta, es que toda esta cadena de acontecimientos ha sucedido antes de que Marte llegue a cumplir sus 24 horas de vida. No se puede negar que, de momento, ésta ha sido intensa.
En fin, según las condiciones del Hospital de Sant Joan de Déu, está permitido realizar fotografías dentro de la UCI (si no lo he entendido mal, que todo podría ser), así que ASAP tomaré unas cuantas de Marta, antes de que le cambie la cara, para que podáis conocerla como Mónica y yo la hemos conocido.
En breve espero tener más noticias.
PS: ¡Ah! Se me olvidaba mencionar que Marta nació con un peso de 3400 3345 gramos aproximadamente; su longitud nos es desconocida a mi y a su madre, quizá debido a la premura con que debieron realizarse otros exámenes e intervenciones más urgentes.
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