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Wed, 09 Nov 2005
Marta canta
Sí, señoras y señores. Marta canta, y mucho.
Hace ya días que dije que Marta de vez en cuando emitía chillidos, no sabemos si en plan “probando, probando” o para llamar la atención, o para intentar comunicarse.
Pero, señoras y señores, Marta oficialmente utiliza ya estos grititos para comunicarse (y para llamar la atención).
Sin ir más lejos, ayer mismo (20051108) estuvo durante mucho rato (5-10 minutos) hablando así con su madre. Parece que es consciente de que es ella la que emite los sonidos, así como que tanto Mònica como yo nos acercamos a ella cuando hace esto.
Estamos perdidos.
Porque una vez que aprendió que puede llamarnos de este modo, no ha parado en prácticamente toda la cena (nuestra) de gritar de esta manera, para que le hiciéramos caso.
No sé qué pasará cuando aprenda a modular vocales (hasta ahora sólo sabe decir "Ayayayay", aunque esto le sale muy bien).
Os mantendré informados.
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Hoy poca cosa voy a decir. Simplemente, que por fin se le ha caído el ombligo. Bueno, los restos de cordón umbilical, así que ya tiene ombligo.
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En el día de hoy (20050729), Santa Marta, se cumple una semana de la llegada de Marta al HSJDBCN. Dado que comenzó su tratamiento en sábado, y se estima una duración de 7–10 días, el día estimado de finalización es el martes que viene (20050802).
Hoy han venido de visita las abuelas de Marta. Han llegado para la visita de las 1800, y han podido observar a su nieta a través de la ventana del box C, Cuidados Intermedios de neonatología del HSJDBCN. También han podido apreciar cómo Marta se negaba a tomar el pecho. Marta, para amenizar la visita, ha iniciado un concierto de sonidos corporales, concretamente intestinales, que últimamente domina a la perfección. Por desgracia las abuelas no han podido apreciarlo en todo sus esplendor (la ventana no deja oír demasiado), pero su madre Mónica y yo hemos podido admirar las diversas dimensiones del concierto (principalmente oído, aunque también algo de tacto e, inesperadamente, olfato).
En la visita de las 1200 el pediatra nos ha avisado de que si Marta llegara a despincharse por accidente (como ya ha sucedido en el pasado) no se le pincharía de nuevo, puesto que consideran que el tratamiento ha surtido efecto. Pero en caso de que no se despinche se terminará el tratamiento, aunque no se le dará el alta hasta la fecha prevista. Hoy mismo le han sacado sangre para realizar un control de su estado de salud, pero el pediatra es optimista.
En cuanto a la comida, Marta come cada vez menos del pecho, y cada vez le cuesta más. En las tomas en las que yo he estado presente (1200, 1500 y 1800) ha habido que recurrir a la pezonera, y ninguna ha llegado a los 20 ml (una de ellas ha sido inferior a 5 ml. Lo curioso es que después se roe los puños, como si tuviera mucha hambre, o le estuvieran saliendo los dientes, cosa que es imposible.
Hoy no tengo muchas cosas que contar, amén de que Marta ya está oficialmente registrada (esta mañana he recuperado el libro de familia) e incluso está empadronada en Vilanova i la Geltrú. Por eso me he perdido la toma de las 0900.
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En el día de hoy (20050727), pocas novedades. Bueno, una, que vale la pena. A parte de esta (que comentaré más tarde), Marta sigue durmiéndose en cuanto se le coge en brazos, con lo que resulta extremadamente difícil hacer que coma. Realiza tres o cuatro succiones y queda dormida. Hacerle cosquillas en el cogote no sirve para despertarla. Hacerle cosquillas en el sobaco es efectivo durante los primeros dos segundos: gimotea un poco, pero en seguida se acostumbra y deja de quejarse. Hacerle cosquillas en la planta del pie NO SIRVE ABSOLUTAMENTE DE NADA. Es inmune, como su padre.
Así que nuestras visitas en el día de hoy se han limitado prácticamente a conseguir que no se durmiera mientras tomaba el pecho. Lo máximo que hemos conseguido que tome ha sido alrededor de los 10 mililitros. Eso puede parecer mucho o poco, dependiendo de qué se hable y si no se sabe cuánto es lo necesario. No sé cuánto será lo estrictamente necesario, pero baste con saber que, en el día de hoy, cuando no toma nada, las enfermeras le enchufan por la sonda nasogástrica 60 mililitros. Así que 5–6 es una miseria para las necesidades calculadas. Me temo que se está acostumbrando a lo fácil, o sea, la sonda. Porque, sin hacer nada (sin comerlo ni beberlo, literalmente), a determinadas horas la tripa se le llena de comida, quedando ella saciada. ¿Por qué entonces va a esforzarse luego para tomar el pecho? El problema es que no se le puede hacer pasar hambre para conseguir que se esfuerce (al menos no todavía). No exagero: si un niño (de cualquier edad) se salta una comida de motu propio, la siguiente comida no se la toma tan a la ligera. Se trata de adquirir buenos hábitos.
Bueno, y una buena noticia (al menos para mi). Una buena y una mala. La buena es que ya he conseguido sacar las primerísimas fotos de Marta de mi móvil. La mala es que la calidad es bastante baja, como podéis apreciar:
La vergonzosa, que he tenido que tirar de Güinblous para sacarlas. Sí, amigos, debido a la ineptitud de los fabricantes (que no son capaces de entender el concepto número de serie o código de referencia), tengo un fantabuloso cable USB para mi móvil, que alberga en su interior un chipillo, el "famoso" Prolific PL-2303. Ahora bien, el fabricante (Prolific) sacó DOS tiradas de chipillos mutuamente incompatibles, y a AMBAS las llamó PL-2303. Así que las consecuencias son varias:
Así que, debido a la "urgencia" que tenía por sacar las fotos, he tenido que pagar el impuesto revolucionario y arrancar mi máquina con el sistema operativo de la bestia. Ya sé que hay autores que piensan que las guerras de SO son absurdas, que un SO debería ser una "commodity" como lo es el teléfono y la línea eléctrica. El problema es que, hoy por hoy, eso no es así, y unos cuantos nos negamos a pasar por la alternativa peor...
En fin, vamos a dejarlo aquí, que mañana me espera otro día muy duro. Tendréis noticias nuestras...
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Fri, 29 Jul 2005
La luz al final del túnel
Ayer (20050726) volvimos a ir Mónica y yo al HSJD, con la intención de asisitir al mayor número posible de tomas de Marta.
La primera toma fue como siempre: Marta no encuentra el pezón con facilidad, y cuando lo encuentra, se queda dormida a la tercera o cuarta succión. Hay que empezar a agitarla, a abrirle las manos, a rascarle la planta de los pies (cosa difícil, porque por un pie le administran el antibiótico y en el otro tiene el monitor; pero el dedo gordo lo tiene bien visible), y así, poquito a poco, consigues que realice unas 3 ó 4 succiones más.
Una enfermera nos sugirió que compráramos pezoneras de silicona. Fuimos a una farmacia donde las encontramos y nos soplaron alrededor de 13€. Cuando volvimos a la siguiente toma (la de las 1500, creo, ya he perdido la cuenta) Mónica se puso una, y Marta, que parece ser que es muy gandula, se agarró a la pezonera y comenzó a succionar. Al que inventó el invento habría que hacerle un monumento.
Pero no todo iban a ser buenas noticias. En la siguiente toma (3 horas después, como todas las tomas) Mónica descubrió que tenía fiebre, por lo que no le dejaron amamantar a Marta hasta que se supieran las causas. Mientras Mónica se tomaba la temperatura y hablaba con la enfermera, yo sostenía a Marta, que buscaba con su boca cerca de mi axila, con la obvia intención de encontrar un pezón que no estaba allí. Eso fue demasiado para Mónica, que parió el jueves, fue separada de su hija el viernes, obtuvo el alta el sábado por la tarde y desde entonces ha podido ver a su hija a intervalos de tres horas, realizando antes un viaje de 40 kilómetros, con el consiguiente desgaste físico. Ahora, aunque se encontraba ante su hija (y ésta se recupera favorablemente) no podía darle de mamar, justo el día que parecía que Marta se iba a dar por vencida.
Por la tarde fuimos a urgencias del Hospital Residencia Sant Camil (porque la enfermera de cuidados intermedios del HSJD dijo que debíamos ir a nuestro CAP, donde se le diagnosticó a Mónica una mastitis, y se le recetó un antibiótico, amén de instrucciones de vaciar el pecho periódicamente.
Dicho sea de paso, el ginecólogo que visitó a Mónica en el HRSC también dijo que por qué no habían visitado a Mónica en el HSJD, cuando ya se encontraba allí. Es una pregunta que de momento no tiene respuesta, y que ya no vale la pena responder.
Después de todo, habiendo llamado al HSJD, le dijeron a Mónica que, aunque tuviera ese comienzo de mastitis y estuviera tomando antibiótico (le han recetado amoxicilina y ácido clavulánico) puede seguir amamantando a Marta, y guardar la leche que le extraiga. Así que no todo son malas noticias.
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El día de hoy (20050725) ha sido intenso (aunque nada grave ha sucedido).
El tema es que hoy Mónica tenía que ir ineludiblemente a la oficina del INEM, así que yo he aprovechado que hoy llegaríamos un pelín más tarde al hospital para acercarme por el registro civil y dar a conocer al mundo la existencia de Marta de una manera un poco más legal (un blog no vale para sacarse el carné, digo yo).
Primera cosa, y no debería sorprenderme, es que cuando unas oficinas oficiales tienen un cartelito que dice "Horario: de 9 a 14" es seguro que antes de las nueve y cuarto no hay ni dios. Efectiviwonder. Aunque, en su descargo, he de decir que dentro sí que había luz, sólo que la puerta no se abrió al público hasta las 0910 aproximadamente. Y yo allí desde las 0855.
En fin, una vez dentro (y habiendo pasado el arco, como en los aeropuertos, pero sin el tío con el perro) el señor del mostrador me indica que me falta:
Así que, ni corto ni perezoso, le tomé la palabra a mi madre y le hice ir al hospital a buscar el susodicho certificado, mientras yo obtenía los de empadronamiento. Dicho y hecho: media hora después ya teníamos a Marta medio empadronada. Y digo medio empadronada porque parece ser que quien tiene que firmarme el Libro de Familia no se encuentra en estos momentos, así que tengo que esperar hasta el miércoles.
Lo cual no está mal del todo, porque Mónica volvió del INEM con otro encarguito: primero tiene que conseguir la baja por maternidad mediante visita a su médico de cabecera. No vale con venir al INEM con el papelito del hospital en que has parido, ¿qué sabrán ellos?
Lo cual, por deformación personal (quien me conoce ya sabe de qué hablo) me hace maldecir una y mil veces. ¿Cómo es posible que para un simple trámite cualquier organismo que se precie de serlo haga viajar al interesado varias veces en diversas direcciones distintitas a lo largo de su población/comarca/provincia? ¿Por qué tengo yo que ir al ayuntamiento a pedir el certificado de empadronamiento, cuando es un documento perfectamente inocuo que el propio registro civil podría solicitar en mi nombre, y recibirlo, si no ya en formato electrónico legal, sí al menos por fax? Este tema daría para mucho, pero:
Así que cambio de tercio. Llegamos a Barcelona Mónica y yo a eso de las 1230, 1300, cogimos el Metro y nos plantamos en Zona Universitaria, esperando coger el JustMetro, o el Esplubús, o el Esplujust, o cualquiera de esos autobuses con nombre explosivo que nos dejara en el HSJD. Aunque la frecuencia de paso de dicho autobús era de una hora, tras más de hora y cuarto por allí no había pasado ninguno (y no, no nos habíamos equivocado de parada). Así que decidimos ir caminando. Mónica, claro está, aún tiene los tres puntos que le pusieron el día del parto, así que fuimos chino-chano, con tan buena suerte que llegamos a una parada de autobús justo cuando el JustMetro (creo) pasaba por allí. Así que sólo recorrimos a pie la mitad del camino.
Sólo pudimos aspirar a entrar en el turno de las 1500, así que aprovechamos para comer antes. Cuando entramos a cuidados intermedios, Marta estaba durmiendo (como suele hacer, véanse las fotografías que incluí ayer). La enfermera nos dijo que le cambiáramos el pañal (si se le cambiara el pañal cada vez que los padres entramos, se gastaría una media de 8 pañales diarios; Pablo, ¿qué tal un aumento de sueldo?).
Pagamos la novatada de padres primerizos. Aunque yo ya se lo había cambiado otro día, tuve suerte y no me ocurrió lo que nos ocurrió hoy: mientras intentábamos abrir el pañal limpio, habiendo retirado ya el sucio y habiendo limpiado el trasero de Marta, y estando esta con las piernas en alto, se oyó algo así como "Juanjo, ¿para qué lado van los dibuji*PRRRRRTZ*tos?" y cuando me giré vi cómo Marta nos había hecho en directo la demostración del famoso meconio de color verde, mientras con los ojos abiertos miraba fijamente hacia otro lado. Para que luego digan que los bebés no saben lo que hacen: tenía ante mí la viva imagen del disimulo (¿Cagarme, yo? ¡Pues chico, no sé de qué me hablas!)
Nos aseguraremos de que no vuelva a suceder, así los lectores que todavía queden no tendrán que volver a sufrir una descripción tan gráfica
Después de esto vino el episodio del mamoneo. Es decir, Mónica intenta darle de mamar a Marta, y Marta nos toma el pelo. Coloca la boca alrededor del pezón, comienza a cerrar los ojos lentamente...¡y se queda sobada. Da igual que la menees, le rasques la planta de los pies (les molesta muchísimo, parece ser), le acaricies la mejilla o le llames por cien mil nombres diferentes: no te hace ni caso. Y cuando menos te los esperas, abre un poquito los ojos, abre la boca y toma con fuerza, ganas y energía un buen bocado de pezón y areola... para quedarse dormida de nuevo ipso facto. Desde luego, aburrido no es.
Mónica está empezando a producir leche a mogollón. Hoy ha conseguido extraer (en el vaciado de las 2400) unos 30 ml (si no recuerdo mal), y tenemos intención de hacer el jueguecito de hacer una extracción cada tres horas, como si estuviera dando mismamente el pecho. Por eso Mónica hace una hora y cuarto que está durmiendo y yo estoy aquí contándoos todo esto. Pero sé que si no lo pongo por escrito mañana empezaré a mezclar y a perder los detalles. Y tu hijo/a sólo es pequeño/a una vez en su vida.
PS: Hoy nos hemos enterado de que la longitud de Marta es de 51 cm. Supongo que no habrá variado mucho en 4 días.
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A continuación podeis ver las segundas fotos de Marta. ¿Por qué las segundas? Porque las primeras siguen en el móvil, de donde no he sido capaz de sacarlas:
Se puede ver la sonda nasogástrica por la que se alimenta. También se puede apreciar que su expresión varía con el tiempo: a veces parece que ríe, otras que se concentre intensamente, otras que llore. Si a alguien le quedan ganas, haciendo click en las fotos se llega a un pequeño webalbum que he realizado con las 12 fotos que le he hecho esta mañana, en un pispas. Resulta un poco monótono, pero la pasión de padre no tiene límites.
Bueno, hoy (20050724) ha habido cambios. Esta mañana hemos ido Mónica y yo a ver a Marta, y al entrar en la UCI hemos visto que la incubadora estaba cerrada y cubierta por algunos paños. Mónica en seguida ha preguntado qué había pasado. Yo he advertido que el número no era el mismos: ahora había un número 29, mientras que Marta tiene el número 5. De este modo tan accidentado nos hemos enterado de que Marta ha sido trasladada a cuidados intermedios, justo al lado.
Aunque la infección había sido confirmada, el hecho de que se la traslade me resulta esperanzador, puesto que no creo que se la trasladara si su estado fuera grave.
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El día 21 de Julio Mónica tenía visita con el ginecólogo. Tras la visita (y las pruebas de rutina que le fueron realizadas) volvió a casa, dándose cuenta de que perdía líquido por el conducto vaginal. Tras un nuevo viaje al hospital se le diagnosticó una fisura en la bolsa del líquido amniótico. Duranto el tacto que confirmaba esta hipótesis la bolsa acabó por romperse. Como quiera que Mónica no tenía aún contracciones se decidió ingresarla y provocarle el parto. El color del líquido amniótico era oscuro, lo que indicaba algún tipo de problema.
Tras administrarle oxitocina por vía intravenosa a lo largo de horas, con la ayuda de un infusionador automático, comenzaron a producirse (tras algunas horas) contracciones cada vez más dolorosas y continuas. Cuando la dilatación del cuello del útero alcanzó unos 4 ó 5 centímetros se le administró una anestesia peridural (alrededor o por encima de la duramadre, comúnmente llamada epidural). Aunque Mónica conservaba la sensibilidad y la movilidad en la parte inferior del tronco y en las extremidades inferiores, los dolores se vieron altamente mitigados.
A eso de las 2215 el padre (yo mismo) era capaz de ver a través de la vagina la fontanela de nuestra hija Marta, durante los pujos que Mónica efectuaba en cada contracción. Estaba cubierta por el saco amniótico, y dejaba entrever una buena cantidad de cabello negro. Así supimos que Marta no iba a ser rubia como su madre, sino morena como su padre.
Alrededor de las 2230 la comadrona consultaba con su auxiliar si sería mejor ayudar a parir a Mónica en la sala de dilatación o en la sala de partos. Se optó por esta última opción.
Tras unos pocos pujos adicionales, a las 2238, nacía nuestra hija Marta. Nuestra alegría iba a durar poco, ya que no bien se hubo cortado el cordón umbilical, Marta fue llevada a una sala donde se le empezó a aspirar, pues se había constatado que había inhalado líquido amniótico, y como se había podido intuir por su color, este contenía impurezas.
Tras limpiar a nuestra hija, con la ayuda de un aspirador, a lo largo de interminables minutos (durante los cuales volvimos a la sala de dilatación) la pediatra de guardia puso a nuestra hija en la incubadora, aplicando oxígeno en esa micro atmósfera. Marta tenía dificultades para respirar, debido al líquido inhalado y a su calidad. La pediatra decidió darle dos horas como mucho para que se recuperara. En caso contrario la enviaría a un hospital con servicio de neonatología, como el Hospital de la Vall d'Hebron o el Hospital de Sant Joan de Déu.
Al cabo de esas dos eternas horas Marta fue traída a los brazos de su madre, mientras su padre informaba a la familia que se encontraba allí fuera esperando. Marta no era capaz de succionar del pecho de su madre.
Posteriormente madre e hija fueron trasladadas a una habitación en planta, la 110. Aquí tampoco fue Marta capaz de agarrarse al pecho de su madre. Sus padres pasaron la primera de lo que se intuía una larguísima serie de malas noches levantándose (o incorporándose, según la postura asumida) a cada llanto, tos o arcada de Marta. Aún así, Marta parecía evolucionar favorablemente.
Al día siguiente (el día en que escribo estas líneas, 20050722) se le practicó a Marta una serie de análisis que dieron como resultado que existía una infección, probablemente causada por el líquido amniótico inhalado, por lo que se decide su traslado al Hospital de Sant Joan de Déu.
Mónica se queda ingresada en el hospital donde dio a luz, el Hospital Residència Sant Camil, mientras que Marta es trasladada en ambulancia, y el padre y el abuelo materno de Marta viajan en coche al mismo destino que Marta.
Una vez allí, Marta es sometida a una radiografía de tórax, que revela líquido almacenado en los pulmones, así como una ecografía de cavum y otra de riñones. Se decide tenerla en observación en la sala de cuidados intensivos del servicio de neonatos, aplicándosele un mínimo de oxígeno para ayudarle a respirar. A las 1600 el padre y el abuelo materno tienen permiso para visitarla. Marta está muy cansada y dormita en su incubadora abierta, bajo una fuente de calor, agarrando con su mano derecha de larguísimas uñas los tubos que le proporcionan oxígeno, aunque incapaz de arrancarlos de sí, por encontrarse fijados a sus mofletes por una delgada tira de Hypafix (una especie de esparadrapo muy ancho) y retirando con su mano izquierda la sábana que la cubre (¿tendrá calor?).
A las 1800 los visitantes vuelven a visitar a Marta, y son informados de su estado. Definitivamente los análisis de sangre indican la presencia de una infección, por lo que se opta por administrarle un antibiótico. Se decide también practicarle una punción lumbar, para descartar que la infección haya podido trasladarse a otros lugares y causarle una meningitis. El líquido cefalorraquídeo extraído es de color claro, lo que proporciona buenas esperanzas, aunque un resultado en firme no será obtenido hasta aproximadamente las 0100 del 20050723.
A las 2200 del 20050722, una vez en casa habiéndome podido asear por primera vez en 36 horas, y mientras Mónica pasa la noche en el hospital, llamo a cuidados intensivos de neonatos del Hospital Sant Joan de Déu, donde me dicen que Marta está bien, muy tranquila, sin fiebre, y que incluso ha comido (¡por fin!), y que cuando vuelva traiga leche de su madre. Mónica lleva ya unas horas extrayendo el calostro que hay almacenado en sus pechos.
Lo que me pone los pelos de punta, es que toda esta cadena de acontecimientos ha sucedido antes de que Marte llegue a cumplir sus 24 horas de vida. No se puede negar que, de momento, ésta ha sido intensa.
En fin, según las condiciones del Hospital de Sant Joan de Déu, está permitido realizar fotografías dentro de la UCI (si no lo he entendido mal, que todo podría ser), así que ASAP tomaré unas cuantas de Marta, antes de que le cambie la cara, para que podáis conocerla como Mónica y yo la hemos conocido.
En breve espero tener más noticias.
PS: ¡Ah! Se me olvidaba mencionar que Marta nació con un peso de 3400 3345 gramos aproximadamente; su longitud nos es desconocida a mi y a su madre, quizá debido a la premura con que debieron realizarse otros exámenes e intervenciones más urgentes.
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